¡Nadie nos puede quitar la Navidad! Con estas sentidas palabras de consuelo y verdad, terminaba Ángel Cordovilla, la eucaristía del cuarto Domingo de Adviento, poniendo la guinda de una intensa semana de Ejercicios Espirituales. Durante estos días, Ángel, sacerdote y profesor de la Universidad de Teología de Comillas (Madrid), nos llevó a una profundización del evangelio de San Marcos. Cual carrera de maratón, charla tras charla, nos fue conduciendo directamente a la persona de Jesús y a un profundo encuentro con Cristo. Nos llamó la atención sobre un Jesús terreno en continuo movimiento, a veces hasta incluso frenético, que paulatinamente va entrando en la pasividad, en la aceptación de la voluntad del Padre, hasta llegar al más absoluto silencio en su pasión y muerte. El último día meditamos sobre la resurrección y salió el sol, en esta Galicia nuestra, después de unas jornadas de lluvia sonora y temporal, que invitaban a la interioridad y a saborear las Escrituras.
Con su sabiduría y naturalidad, las palabras de Ángel brotaban a través de su mascarilla, llenas de contenido, de oración y de una fe alimentada día a día. Y no por arte de magia, sino por el arte del amor y la entrega, su voz era instrumento – y no estorbo-, para lanzarnos a Jesús y avivar nuestro deseo de celebrar la Navidad.
Queridas hnas, me alegro que os haya visitado angel, todo un don. Fui alumna suya en la pontificia comillas, recuerdo bien sus clases sobre misteroo de Dios.
Feliz Navidad (aun dentro de la octava)