Hace muchos siglos, que los cristianos llevamos practicando un método de lectura de la Sagrada Escritura, que se llama Lectio divina. Cómo habrás adivinado está escrito en latín y se podría traducir por: «Lectura a lo divino» o en galego, «lectura ao xeito divino» . Con el  paso de los años, este método de acercamiento a la Palabra, quedó relegada a los monasterios, pero es un tesoro de toda la Iglesia.

A continuación tienes una guía práctica de la Lectio Divina. Puedes empezar por el evangelio del día y si quieres profundizar sobre el tema, no te pierdas las Jornadas Monásticas que tenemos del 4 al 7 de Julio.

  • Busca un lugar recogido, una mesa y una silla. Coge la Biblia y una libreta y un bolígrafo. Puedes encender una vela y acompañarte de un icono, pero nada más, no cojas ningún comentario al Evangelio.
  • Dispón de un tiempo de tranquilidad, veinte o treinta minutos sin interrupciones; apaga el móvil.
  • Respira profundamente dos o tres veces y toma consciencia de tu cuerpo. ¿Me duele algo? ¿Noto alguna tensión muscular? ¿Qué estoy sintiendo ahora? Anótalo.
  • Busca la cita del evangelio del día en la Biblia y haz una primera lectura seguida del texto (Lectio). ¿Qué dice el texto? ¿Qué personajes hay? ¿Sobre qué hablan? ¿Qué hacen? ¿Dónde se desarrolla la escena? ¿Qué ocurre? Cuéntate a ti misma lo que acabas de leer.
  • Realiza una segunda lectura, pero esta vez mu-y, mu-y des-pa-ci-o. Parándote en cada palabra y en cada silencio entre palabras. Puedes incluso ir tan lenta que vayas “respirando” cada sílaba. Esta lectura pausada es lo nuclear de la lectio, no tengas prisa. Aunque solo hagas esto en tu tiempo de lectio, ya es maravilloso.
  • Si alguna de estas palabras te llama la atención, interrumpe tu lectura y repítela varias veces- incluso en voz alta-, dejándote afectar por ella, descansa en ella.
  • Cuando veas que la “rumia” de esa palabra concreta no da más de sí, continúa tu lectura hasta que otra palabra sobresalga del texto y te sientas “tocada” por ella.
  • No te preocupes si se trata de preposiciones o conjunciones o palabras que sueltas no tienen ningún sentido, en este ejercicio, tú no lees, es el Evangelio el que lee tu corazón. Puedes copiar estas palabras, casi dibujarlas, en tu libreta.
  • ¿Qué te dice el texto? ¿Qué te descubre dentro de ti? ¿Saca a la luz algo que te ha ocurrido recientemente? Escríbelo.(Meditatio)
  • ¿Qué le digo yo al texto? ¿Cuál es mi resonancia interior? ¿Puedo nombrar algún sentimiento o emoción? Escríbelo.(Oratio)
  • Permanezco sentada en silencio y si mi imaginación se dispersa o me duermo, vuelvo a algunas de las palabras clave acompañándolas de la respiración. Ahora no tienes nada que escribir, sino solo dejar que la Palabra “escriba” en tu jornada. (Contemplatio)

 

¡¡¡¡ Déjate sorprender por Jesús, a través de su  Persona y Palabra  ¡¡¡