Durante esta semana que hoy termina, hemos disfrutado de la presencia serena y profundamente monástica del padre José Luis Monge, de la comunidad cisterciense de Viaceli, en la localidad de Cóbreces (Cantabria). José Luis es monje por naturaleza humana –se apellida “monje” con “g”- y por naturaleza divina –transmite una gran estima por las Escrituras y la oración silenciosa y litúrgica-.
Hemos podido recorrer – llevadas de su sabiduría exegética-, el evangelio de San Mateo, que es el que escucharemos a lo largo de este año litúrgico del Ciclo A. Se trata del evangelio más comunitario, dirigido a una comunidad procedente del judaísmo. Estos judíos, convertidos al cristianismo, conocían muy bien la Ley de Moisés -los cinco libros del Pentateuco-, por eso Mateo estructura su texto en cinco discursos como réplica de la Ley mosaica.
Justamente este Domingo, en un largo relato, nos viene a decir el evangelista (Mt 5, 17-37), que Jesús es más que la Ley; que ha venido a nosotros para que fijándonos en Él, no nos quedemos en la superficie de la realidad, sino que descubramos la plenitud dentro de nosotras y cultivemos la interioridad y el amor incondicional.
Esto es imposible, sino partimos de la experiencia de que Dios está con nosotros, de que está en medio de nosotros -«cuando dos o más se reúnen en su nombre, ahí estoy yo en medio de ellos»-. Así comienza y termina Mateo, con el Enmanuelle -Dios con nosotros- y con que Dios estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mt 28, 20)
¡¡Gracias, Jose Luis, ahora nos toca avivar la llama de la fe cada día con una sonrisa¡!Seguro que San Mateo era muy risueño…
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