La TrinidadAl penetrar en el misterio de la Santísima Trinidad, a Gregorio Nacianceno le brotó un poema del corazón y algunos de sus versos expresan toda la belleza de su descubrimiento:

El Dios uno y trino,
misterio de amor,
habita en los cielos
y en mi corazón.

Dios escondido en el misterio,
como la luz que apaga estrellas;
Dios que te ocultas a los sabios,
y a los pequeños te revelas.

No es soledad, es compañía.
es un hogar tu vida eterna,
es el amor que se desborda
de un mar inmenso sin riberas.

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo…

El Padre…realidad fontanal, dimensión primera, origen, seno, madre, trascendencia absoluta, el Ser del ser…impulso de ultimidad para sumergirnos en él, en ella…el océano, la mar.

El Hijo…cavidad inmensa de lo inmenso, conciencia que hace consciente el don de existir, la concreción de la esperanza humana…un modo nuevo (un cielo nuevo y una tierra nueva) de convivencia aquí y ahora…solidaridad y fiesta.

El Espíritu Santo…dinamismo, energía de Dios que incesantemente nos conduce hacia la plenitud…luz inteligente que nos permite discernir los signos de vitalización en nuestras vidas, en nuestro mundo… aire exhalado por Dios Padre desde el eternidad, fuerza que procede y se dirige al Absoluto y que no deja huellas…no sabemos de donde viene ni a donde va.

El Padre engendra al Hijo en el Espíritu Santo…y todos somos hijos en el Hijo…de modo que en esa comunicación incesante de amor y luz podemos dar vida a lo que el Maestro Eckhart llamó «habitar en un presente siempre nuevo sin interrupción».

Muchos teólogos han hecho grandes esfuerzos por limar las aristas de este dogma. De adecuarlo al lenguaje del momento histórico en el que se hallaban. Muchos han debatido como los filósofos de la antigüedad tratando de encontrar la verdad. Pero…tal y como Eckhart advierte: «si pudieras captar esto con el corazón entenderías bien lo que digo pues es verdad y la verdad misma lo dice».

Luz que apaga estrellas…