CameliaUn poema que nos regala Thich Nhat Hahn, Butterfly over the field of golden mustard flowers (Mariposa sobre el campo de doradas flores de mostaza»:

Sé el silencioso capullo de una flor en el seto,

sé una sonrisa, una parte de la maravillosa existencia.

Permanece aquí. No tienes por qué partir.

Esta tierra es tan bella como la de nuestra infancia.

Te ruego que no la dañes y sigue cantando.

Si Merton viviera, hoy cumpliría 100 años. Unos días antes de su muerte se encontraba en Polonnaruwa. Allí visitó Gal Vihara y las stupas de un conjunto monacal con varias representaciones de Buda y de su discípulo Ananda. Y escribió en su diario sobre «el silencio de aquellos extraordinarios semblantes. Sus amplias sonrisas. Enormes y a la vez sutiles. Plenas de toda posibilidad, sin preguntar nada, sabiéndolo todo, sin rechazar nada: una paz que procedía […] de quien ya lo ha visto todo». Eso es lo que vio en ellas, en las figuras silentes pero ¿vio algo en sí mismo? No podría haber sido de otro modo. El observador y el objeto observado son, en realidad, una misma cosa. Y nos cuenta:

Me sentí golpeado por una ráfaga de alivio y agradecimiento ante la evidente claridad de las figuras […] y me sentí proyectado fuera de la visión habitual, medio atada, que tenemos de las cosas, y se hizo evidente y obvia una claridad interior que parecía brotar de una suerte de explosión desde las mismas rocas. […] Todos los problemas han quedado resueltos, cada cosa es clara, simplemente porque lo que importa es claro. La roca, toda la materia y la vida en su totalidad, se encuentran llenas de «dharmakaya»…Todo es vacío y todo es compasión.

Hoy podemos celebrar así el día de su cumpleaños ¿podríamos incluso plantearnos celebrar así cada día? Penetrando en la realidad que es vacío y compasión. Cantando en la tierra del momento presente, en la actitud del silencioso capullo de una flor en el seto.