Flecha amarilla

 

Este es el saludo que los peregrinos medievales del Camino a Santiago utilizaban antiguamente. Cuando se cruzaban y uno le decía a otro: ¡Ultreia! -“más allá”-,  el otro respondía: ¡Et Suseia! -“más alto”-. Un saludo de ánimo y de fuerza, o quizás en el fondo expresar el deseo de ambos de volver a encontrarse “más allá”,  en Santiago de Compostela; o si eso no fuera posible, “más alto”, en el cielo… Actualmente, muchos se saludan simplemente deseándose “Buen Camino”, pero no faltan peregrinos que siguen conservando esta hermosa tradición.

Aunque no se puede hablar del Camino de Santiago, ya que  El Camino hay que andarlo, hay que sentirse peregrino, hay que dejarse hacer por el camino, sí podemos hablar de la huella que cada rostro peregrino viene dejándonos a su paso por nuestro Monasterio.  Las hermanas hemos visto sus miradas, hondas y profundas, que se asentaban en el alma; hemos curado sus ampollas y escuchado sus silencios; hemos enjugado sus lágrimas que nos hablaban de la vida interior encontrada…

Una experiencia de comunicación, de escucha, de afectos, de historias de vida, reflejo de la sociedad del momento, que nos permite ensanchar nuestro corazón y abrir nuestras  puertas ofreciendo el don gratuito de la acogida, el diálogo, el silencio, la oración.

Así, en el nombre de Cristo, os seguimos,  os acogemos a vosotros, hombres y mujeres, que camináis por el camino de la vida hacia Santiago, sea cual sea vuestra fe.

   ¡¡BUEN CAMINO PEREGRINO, que en el camino de vuestra Vida, la flecha amarilla que os guíe, sea siempre   CRISTO!!

Nadie fue ayer
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.

Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol…
y un camino virgen
Dios.

(León Felipe)