La paradojaJohn Daily es un ejecutivo del sur del estado de Michigan, en Estados Unidos. En estos momentos su vida se está desmoronando. La relación con su esposa e hijos se deteriora por momentos y el grupo sindical de su empresa le ha convocado una huelga. Él está convencido de que todo lo hace bien ¿de qué se queja su mujer? Viven en una casa maravillosa y se van de vacaciones al menos dos veces al año  ¿y sus empleados? Su estilo de dirección es impecable. ¿Por qué entonces el mundo se ha vuelto contra él?

Por una serie de coincidencias, John decide inscribirse en un cursillo sobre liderazgo que imparte ¡un monje benedictino, en un monasterio!

Acepté a regañadientes ir al monasterio San Juan de la Cruz en la primera semana de octubre, más que nada porque tenía miedo de que Rachael me abandonara si no hacía algo. Mi esposa llevó el coche durante las seis horas de trayecto hacia el monasterio y yo estuve callado casi todo el viaje. Yo ponía mala cara para comunicar que no me sentía nada feliz de ir camino de un aburrido monasterio para pasar allí una semana entera y que sólo por ella me había resuelto a este gran sacrificio personal que tan infeliz me hacía. Lo de poner mala cara era un arma que había empleado desde mi más tierna infancia.

Sorprendentemente el monje que impartirá el cursillo es un antiguo directivo americano citado en la revista Fortune como uno de los quinientos ejecutivos más influyentes. El afamado Lee Hoffman se había convertido en el hermano Simeón.

Los participantes en el cursillo no solo se comprometen activamente con las clases sino que también asisten a los distintos oficios litúrgicos. John, quien al principio se resiste incluso a llamar al monje con el nombre de «hermano» va avanzando paulatinamente, venciendo sus resistencias y asimilando cada vez con mayor asombro un modelo de liderazgo basado en la figura de Jesús de Nazaret y su mensaje: el servicio y el amor.

En el prólogo de «La Paradoja» aparece esta cita:

Las ideas que defiendo no son mías. Las tomé prestadas de Sócrates, se las birlé a Chesterfield, se las robé a Jesús. Y si no os gustan sus ideas ¿las de quien hubierais preferido utilizar?

Según James C. Hunter, autor de este libro de gestión empresarial, se puede dirigir una empresa, se puede liderar un grupo humano invirtiendo los polos. Del poder, al servicio. Y se puede hacer si se pone amor.

Un físico danés,  Niels Bohr dijo que «una verdad superficial es un enunciado cuyo opuesto es falso. Una verdad profunda es un enunciado cuyo opuesto es otra verdad profunda». Vivir la paradoja sin desconcierto aunque con asombro es…entrar en el Misterio y disfrutarlo.