01Con ocasión de la profesión temporal de la hermana Leire, Juan María de la Torre pronunció unas sabias palabras que siguen sonando refrescantes: La vida monástica, la angelica conversatio que dirían los medievales, se podría resumir en tres palabras, in corde profetica expectatio. O eso dice San Bernardo en su Tratado sobre el precepto y la dispensa.

La verdad es que celebrar la eucaristía en la iglesia monumental de las Huelgas propicia mucho la angelica conversatio. La solemnidad del lugar…te traslada a un no-lugar…¿será ahí donde viven los ángeles?

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In corde profetica expectatio…una expectación profética en el corazón…que comienza por el corazón. Pero ¿qué es el corazón? La identidad de la persona que ha recibido una especie de sobredosis de vida en el bautismo. La vida monástica es como un segundo bautismo: la ratificación de la vida de Cristo en nosotros.

Y eso nos hace sonreír…

04Photismos: iluminación…revestimiento de los vestidos luminosos de Cristo en nosotros. Cristo nos va sacando de nuestras tinieblas y nos va llevando al reino de la luz.

Katty, Claudia y Brígida…así lo expresan.

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La identidad de Cristo en nosotros es un sello luminoso. Es la luz en el fondo de nuestro corazón. Sin embargo esta luz está envuelta en niebla que puede llegar a ahogar nuestra propia identidad. La niebla o calima la tenemos que ir disipando a lo largo de nuestra vida.

…y el claustro es ese espacio de luz y sombra…de claridad y oscuridad…expresión del combate que humaniza.

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San Benito en la Regla habla al final del prólogo de la dilatación del corazón, habla de que se corre por la vida monástica con paciencia hasta alcanzar las promesas del Reino. La última palabra de la Regla dice pervenies..llegarás..a alcanzar esa plenitud de luz. La vida monástica viene a refrendar todo esto.

Gerardo Díaz, profesor universitario de la Antonio de Nebrija, nos hizo vibrar a todos durante su exposición sobre la ética y la estética. Habitar en un monasterio es conformarnos con ese kalós griego…la vitalización de la belleza y la bondad.

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¿Y la expectatio? Expectación…ver y extraer…ver de antemano…ver lo que está más allá, ahora ya contemplar las realidades últimas o trascendentes…A los profetas se les llamaba los videntes…Primitivamente, recordando a los profetas Elías y Eliseo, a los novicios se les echaba el manto (el hábito), como símbolo de incorporación en la vida monástica. Lo mismo que Elías se desprendió del manto y Eliseo fue así constituido en profeta. Así era… en origen.

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Es verdad que la vida monástica tiene muy pocas compensaciones humanas…ascesis como medio para centrarnos en lo único importante necesario: la dilatación del corazón y la vestimenta luminosa. Es la línea de purificación…

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Bernardo habla de la expectación como un olor…olor de las realidades trascendentes que nos provoca una gran alegría, expresión de la felicidad.

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La felicidad…los budistas tienen una doble expresión para hablar de la felicidad y la infelicidad. Sukha y dukkha. Sukha…lo importante es el esclarecimiento del corazón humano, superar todos los conflictos hasta llegar a la iluminación. Es el caso de San Benito…superados los siete conflictos, al morir Germán, su buen amigo, tuvo una visión: todo el universo concentrado en un solo rayo. Todas las realidades de este mundo iluminadas.

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El Dalai Lama escribió un libro con una intuición parecida a la de Benito: “el universo en un solo átomo”. A través de la contemplación de la vida monástica, a medida que se dilata el corazón, nos adentramos en un conocimiento amoroso de la realidad, de las cosas tal como son. Esa es la felicidad…sukha…y se va descubriendo en una peregrinación que dura toda la vida.

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También, la resplandeciente Etty Hillesum escribió:

He sufrido mil muertes en mil campos de concentración. Estoy al corriente de todo. Ninguna información nueva me angustia ya. De alguna u otra forma lo sé todo y sin embargo la vida me parece hermosa y llena de sentido en todos  y cada uno de los instantes.

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Sí...sukkha, esa dilatación del corazón, va acompañada de una disminución del poder de los acontecimientos externos sobre nosotros. De un espacio interno que lo incorpora todo y todo lo transforma.

El pendón de la batalla de las Navas de Tolosa estuvo una vez en manos del califa almohade An-Nasir…y fue remendado durante los siglos por las monjas de las Huelgas ¿no es hermoso?

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Todos tenemos un corazón que tiene que dilatarse más…y todos participamos de esta in corde profetica expectatio…porque la vida monástica como arquetipo nos pertenece a todos..monjes…monos…el uno.

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Todos debemos esclarecer el germen de luz, el vestido luminoso al que se refería Gregorio de Nisa…el sello por el que hemos sido marcados por Cristo el Señor.

Y para que conste que también vamos a clase, una foto para la inmortalidad. La formación, de hecho, también nos ayuda fuertemente, a ese esclarecimiento…a reencontrarnos con nuestra verdad.

23Necesitamos redescubrir nuestra expresión de pertenencia, nuestra dignidad: “sois escritura de Cristo” dice Pablo en la Cartas a los corintios. El sello da validez a lo escrito…y ese sello somos nosotros.

La carita del león que es pie de una de las sepulturas reales del Monasterio, parece atestiguar que esa felicidad a la que hemos sido llamados, es posible porque es real. Nuestra verdadera Realidad.

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