Hoy estamos de fiesta, pues es la dedicación de nuestro altar, celebramos las «piedras vivas» que dan sentido a la vida comunitaria como rostro de Cristo. Un rostro femenino, acogedor y natural. Una semilla pequeña, pero llena de potencia germinativa. Un lugar donde adorar a Dios es Espíritu y Verdad (Jn 4, 23s)

Este mensaje se lo  da Jesús a la mujer samaritana: Créeme mujer, le dice, entregándole una misión de renovación dentro de la Iglesia, donde nuestra voz y dignidad sea tenida en cuenta. Nos queda mucho camino por recorrer, pero vamos dando pequeños pasos.

Compartimos nuestro gozo y misión con todos vosotros. Un abrazo grande, grande ¡¡¡