Ayer comenzó el Octavario por la Unidad de los Cristianos del 2019, ocho días de oración, en las distintas confesiones de la Iglesia, para animarnos y fortalecernos en el camino de la Unidad. La unidad sería el fin, que vamos creando paso a paso, a través de la unión. Y esta unión, debe empezar en el interior de cada una de nosotras, pues ¿cómo voy a vivir la comunión con mis hermanas y hermanos de otras confesiones, sino la vivo dentro de mí?

La vida comunitaria, si nos enseña algo,  es a aportar nuestros diferentes dones. Todas somos distintas, pero no para pelear, sino para construir el Reino. La diferencia es un trampolín para la complementariedad y para enriquecernos mutuamente, y no es para hacer la guerra. Hagamos la justicia y no el conflicto, y si surge éste, demos un paso más hacia la reconciliación. Si vivo reconciliada conmigo misma, puedo reconciliarme con todo el mundo.

El cartel anunciador de este año de la Semana de la Unidad son unas manos de colores, nosotras hemos hecho nuestro propio anuncio, con las palmas de las hermanas de la comunidad, en arco iris, un diseño que nos acompaña y une en cada momento de la Liturgia de las Horas.