“Una estrella con su blanca luz, nos conduce hasta Jesús”.
Hoy celebramos la Epifanía del Señor que rigurosamente, su etimología es: epi =sobre y fanía= manifestación, es decir, el Señor se nos manifiesta como la estrella sobre el portal de Belén. Pero en este día, la liturgia no solo hace referencia al misterio de la manifestación del Señor a los Magos de Oriente, sino también a su manifestación en las aguas del Jordán, en su Bautismo y en las bodas de Canaán, al convertir el agua en vino.
Así lo relata San Bernardo en su Sermón 4º de la Epifanía
Tres son los motivos que nos impulsan a celebrar esta festividad. En este día, una estrella nueva anunció el nacimiento nuevo del rey y guió a tres Magos de Oriente hacia Belén para adorar allí a Cristo. Con sus místicos regalos reconocieron en el oro al rey; en el incienso a Dios y en la mirra al ser humano.
En este mismo día, Cristo Jesús, al cumplir los treinta años, se presentó a Juan el Bautista para practicar la justicia perfecta; no se sometió el menor al mayor, ni el igual al igual, sino el supremo al más pequeño. El esclavo bautizó al Señor; el discípulo al maestro; la criatura de barro a su alfarero; el impuro al puro; el ser humano a Dios.
Un año después, coincidiendo en las mismas fechas según se cree, transformó el agua en vino (…) Con este milagro manifestó su gloria.
Deja tu comentario