Como un fleco que se desprende del borde del manto de la Fiesta de Todos los Santos, hoy celebramos a todos aquellos santos y santas que vivieron según la Regla de San Benito. Todo el monacato de Occidente anterior a San Benito, acabó adoptando su Regla, aunque sus orígenes no tuvieran nada que ver con ella – por ejemplo, los monjes irlandeses que evangelizaron Europa-, y posteriormente, la regla benedictina dio lugar a otros tantos carismas nuevos que de un modo u otro estuvieron vinculados a ella  -cistercienses, cartujos, camaldulensis, premostratenses, etc-.

A San Benito y a los suyos, les tocó vivir una época llena de turbulencias y dificultades, los pueblos que habían estado dominados por el Imperio romano, invadieron Europa y durante casi cinco siglos se sucedieron guerras y calamidades. Los monasterios benedictinos, diseminados por el continente europeo, fueron asaltados y saqueados en una ola de invasiones tras otra, pero los monjes en vez de sucumbir, fueron levantando los edificios piedra sobre piedra. Y además lo hicieron con una belleza sin igual, creando el arte románico. La arquitectura no fue el único ámbito de lo bello, no podemos dejar de nombrar la música gregoriana, la orfebrería en los ornamentos litúrgicos, la escultura y sobre todo la transcripción de manuscritos iluminados. No podemos tampoco olvidar los avances realizados en la agricultura, ganadería, fraguas y demás labores rurales, en los que los monjes fueron pioneros y únicos jardineros, como dice algún autor.

Sin saberlo, estaban dotando al mundo de una sabiduría y arte, sin igual. No se quejaban de que los tiempos pasados eran mejores, sino que vivían el espíritu de San Benito, entregándose al trabajo manual cotidiano, a la oración cotidiana, al pan cotidiano. Actualmente, también podemos aprender de ellos esta actitud para afrontar el presente, generando vida con lo que está a nuestro alcance. Para muestra, el precioso jarrón otoñal de la fotografía, que realizó una hermana con flores de la huerta, “todo de casa”, decía ella, y todo de esta estación del calendario.

¿De dónde sacaron los monjes de la Edad Media esa fuerza y esa inspiración para realizar todo lo que hicieron en una sociedad adversa y en conflicto continuo? Ellos supieron leer la Regla de San Benito con la atención del corazón, abrieron sus labios a la alabanza del Creador y sus ojos a la realidad. Si tú abres bien los ojos a lo que se te presenta en cada momento, te sorprenderá encontrarte con la bendición y la bienaventuranza de Jesús  … o al menos podrás descubrir la castaña camuflada en el centro de flores.