Santa Escolástica no para de orar, pues en Galicia no para de arrollar. Cuando llueve intensamente se dice que “arrolla” y es que la tradición cuenta que Santa Escolástica se puso a rezar y comenzó a llover de tal manera que su hermano San Benito no pudo salir a su monasterio y se tuvo que quedar con ella, continuando la conversación que tenían. Esta santa monja quería seguir hablando con su hermano de los goces de la vida celestial durante la noche, y como él no quería, ella se puso a orar entrelazando sobre la mesa los dedos de sus manos y apoyando la cabeza, comenzó a llorar. Era tal la comunión entre la religiosa y la naturaleza, que el firmamento también derramó sus lágrimas fuertemente y la serenidad del cielo se trocó en lluvia torrencial.

La plegaria se transformó en tempestad y “coincidieron oración e inundación (orationis et inundationis)”, dice San Gregorio en el Libro II de los Diálogos poniendo el broche final de este capítulo con

 pudo más quien amó más

Actualmente a estos fenómenos atmosféricos les llamamos ciclogénesis o el parte metereológico habla de “ tren de borrascas” pero ¿no será la oración incesante de Santa Escolástica?

Quizás hoy en día el monje San Benito y la monja Escolástica se conectarían por zoom  para conversar, pero aún con todo que se lo pregunten al arroyo Armenteira da Ruta da Pedra e da Auga,  si oración continua y lluvia ininterrumpida tienen algo en común.