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En esta fiesta de San Simón y San Judas, una hermana nos comparte su vivencia de encuentro “chispeante” con la Palabra:

Me ha resonado especialmente la lectura de la carta a los Efesios cuando San Pablo les dice

Ya no sois extranjeros… sino de la familia de Dios, de la casa de Dios, cuya piedra angular es Jesús.

Un artículo de la revista Reseña Bíblica explica la importancia del vínculo de sangre o étnico para dar identidad y derechos a los ciudadanos, que en relación con el pasaje a los Efesios antes mencionado, me ha vuelto a sorprender y conmover la personalidad de Jesús que rompe esquemas, y supera todo concepto de religión familiar y religión política.

Estaba rumiando sobre ello cuando me ha pasado una cosa increíble. He ido al escritorio a buscar algo que necesitaba, y he visto en una mesa un libro titulado “Jesús en directo”, de Jean Onimus, sin saber por qué, quizá porque el tema era Jesús, lo he cogido, lo he abierto al azar y me veo conmocionada por lo que leo

Jesús no instituyó un culto, sino que hizo algo más: predicó un nuevo ser, un nuevo nacimiento,

y sigue más adelante…una revolución afecta a las estructuras exteriores, sin embargo

Una conversión es algo más radical: es un cambio en el comportamiento y la afectividad de un individuo que arrastra con su ejemplo a otras personas hasta transformar la sociedad.

Estas palabras inesperadas me han dado la clave de la Lectio de hoy. Esta es la experiencia clave de los seguidores de Jesús, esta debe ser nuestra experiencia, y en concreto fue la de los apóstoles que Jesús designó. En concreto, la experiencia de hoy de Simón el zelote. Un revolucionario, defensor de su raza, de sus costumbres, de su religión, en lucha violenta contra el invasor romano. El sentido de su vida estaba en la revolución. Pero el encuentro con Jesús le cambia radicalmente, renace, toda su perspectiva cambia, se produce la conversión de la que hablaba Jean Onimus, nace a una nueva comprensión de la historia y de la realidad concreta de su tiempo, se abre a nuevos valores, a ese ideal de amor que Jesús le presenta, donde ya no hay barreras étnicas, ni de clase, ni de religión, pues todos pertenecemos a la casa de Dios.

Me ha brotado espontáneamente una oración

Señor Jesús, restáurame, que brille tu rostro y pueda renacer de nuevo desde lo más profundo de mi ser