San Bernardo

 

Estamos de fiesta grande en toda la Orden del Císter, al celebrar hoy a San Bernardo, personalidad arrolladora, gracias a quien la espiritualidad cisterciense se extendió por toda Europa desde el siglo XII hasta nuestros días. Pues por entonces, el abad de Claraval fundó muchos monasterios, y en la actualidad, sus escritos son fuente de inagotable inspiración para el carisma cisterciense.

Entre sus obras, destaca el Comentario al Cantar de los Cantares, texto que quedó inconcluso, porque le sorprendió la muerte el 20 de Agosto de 1153, mientras trabajaba en él.

Dentro del ámbito cisterciense, el libro de la Biblia del Cantar de los Cantares, es el que más configura, desde la raíz, nuestro carisma. Viene a completar la búsqueda de Dios esbozada en la Regla de San Benito, para orientarla hacia la intimidad con Dios. Intimidad  entendida no como algo romántico, sino como una profunda aspiración de vivir cada día con mayor intensidad nuestra fe y conformación con Cristo.

En el primer Sermón del Cantar, San Bernardo nos invita a entonar este cántico, no con la boca, sino con el corazón y a escuchar su mensaje sonoro

Non est strepitus oris, sed iubilus cordis;

Non sonus labiorum, sed motus gaudiorum

(No es un sonido de la boca, sino un júbilo del corazón;

No es una inflexión de los labios, sino una cascada de gozos)

Y continua diciendo que esta armonía no se puede percibir desde fuera, ni en público, sino que solo la escucha el que la canta y a quien se dedica, es decir, el esposo y la esposa.

En un lenguaje  poético y místico, después de la experiencia de toda una vida – metido en todos los conflictos de su Orden, de la Iglesia y del entorno político y social de su tiempo-, San Bernardo, no se despega un ápice de lo cotidiano, y finaliza este primer sermón, con un toque de realidad

Ya hemos consumido el tiempo y urge que marchemos al trabajo manual, según lo exige nuestra pobreza y nuestro género de vida.

¡Qué bien!, podemos disfrutar de esta fiesta, hoy y mañana, porque mañana es Domingo y no hay que trabajar.

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