alma

“Nuestra existencia es nuestra propia revelación” dice Javier Melloni. El anuncio del ángel a María es expresión del desvelamiento de su verdad…relación estrecha, indisoluble, entre lo humano y lo divino. Benedicto XVI destaca que este anuncio emerja precisamente en un corazón joven. La juventud de María refresca en nosotros la alegría ante las posibilidades de ser, aún no descubiertas, aún inexploradas…sea cual sea nuestra edad.

María es además cuerpo de lo femenino…proyección del ánima, retrato de nuestra alma. San Bernardo, comprendiendo esta dimensión, se apropia de la corporalidad de la mujer para describir sus más íntimas experiencias de Dios. Un interior feminizado que es capaz de acoger la vida en su vientre y abrigarla en su seno…que posibilita también el cuidado de ese bien nutriéndolo con sus pechos. Son las acepciones simbólicas para describir una intimidad del alma con Dios…donde las potencias simbólicamente masculinas (la voluntad, la razón, la memoria) quedan suspendidas…”¿Cómo será eso, pues no conozco varón?”. La respuesta del ángel no deja lugar a dudas…la experiencia de Dios aleja todo miedo…y reviste al alma de su amor. “No temas María porque has encontrado gracia ante Dios”.