4Hay una mística del trabajo. Así lo reconocía Simone Weil. Y ella parece hija de San Benito que tanta importancia da en su Regla al equilibrio entre oración y trabajo manual. Simone dice:

Sólo el trabajo manual como factor de equilibrio entre el espíritu y la materia puede hacer consciente la vida.

Esa consciencia es fruto de una práctica, una práctica en la que vamos dejando más y más espacio a la realidad evitando que los pensamientos la arrollen, la cubran de tal modo que se haga imposible reconocerla en su simplicidad. Trabajar con atención, trabajar tomando el pulso al ritmo natural de las cosas, trabajar en silencio o con recogimiento transfiere al proceso, a la actividad, el mismo corazón que ponemos cuando oramos, cuando meditamos. Dice la filósofa francesa:

La atención, y su grado máximo: la oración, la plegaria interior, es la base de toda la teoría del conocimiento de carácter prácticamente pasivo o contemplativo, puesto que su estrategia principal es la espera paciente, la discreción y el cuidado para evitar que el pensamiento se eche literalmente encima del objeto y lo pierda de vista, para que conocer no sea capturar, aprehender, sino dejarse invadir.

En el trabajo podemos ciertamente dejarnos encontrar por aquello sobre lo que estamos poniendo nuestra atención. Esta actitud aparentemente pasiva es la combinación de una quietud y de una vigilancia. La vigilancia supone una escucha activa, un estado de alerta, una presencia consciente. Y en esa actitud de asombro y aprendizaje, entre la inacción y la acción, recreamos nuestra propia vida.

La grandeza del hombre está siempre en el hecho de recrear su vida. Recrear lo que le ha sido dado. Con el trabajo produce su propia existencia natural.

Nosotras recreamos nuestra propia vida con los ensayos de una nueva línea de productos: jabón líquido natural. Aromas de bergamota, de lavanda y naranja dulce, de lemon-grass… Aún queda decidir algunos detalles pero mientras tanto dejamos que sea el propio jabón quien nos hable y nos enseñe.