«Prados, ríos, arboredas»,…..Así canta la poetisa gallega Rosalía de Castro, en su poema Adiós ríos, adiós fontes, rememorando la Naturaleza celta de su aldea. Y de arboledas se trata, en esta semana que hemos comenzado una limpieza de la carballeira (robledal) del monasterio. Algunos eucaliptos habían crecido demasiado y peligraban el cementerio y la fábrica nueva de jabones. Todo un arte, el de derribar árboles, cuidando no dañar las especies nobles vecinas. Cada vez que cae uno de estos «gigantes» de la Naturaleza a alguna hermana se le encojen las entrañas, mientras que a otra el sonido de la motosierra y el trabajo entre la madera le resulta muy familiar.
Evoquemos a San Bernardo
El árbol de la vida únicamente está en el paraíso, y no es posible hallarlo fuera. Allí hunde sus raíces; allí está su lugar; allí extiende sus ramas y da fruto.
No hay nada que temer, el árbol de la vida sigue en pie, como nuestra ancestral carballeira, salpicada de castaños, acebos, alisos, tejos,….., y las primeras setas ¡¡¡.
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