Hoy celebramos la solemnidad de los Padres Fundadores del Císter. En el año 1098, Roberto, Alberico y Esteban, dejan su monasterio de Molesmes, perteneciente a la Congregación cluniacense, para fundar el Nuevo Monasterio de Císter. Un grupo de 21 monjes valientes y deseosos de vivir la pureza de la Regla de San Benito, se embarcan en esta nueva aventura monástica que busca la soledad, una pobreza fecunda y la concordia.
Como los Magos de Oriente, los tres fundadores cistercienses siguieron la estrella que se detuvo en unas tierras que ellos mismos califican -en los documentos fundacionales está escrito- de un “lugar de horror y vasta soledad” (Dt 32, 10). Les esperan tareas de desbroce y de aclarar el bosque, de sanear los campos y encauzar el agua. Labores manuales agrícolas en el exterior, que van también “trabajando” su interior. Hoy en día cogerían, por un lado, el sacho (azada), la motosierra y la desbrozadora para limpiar las leiras (campos) y por otro lado, estarían ocupados con la Palabra de Dios, la liturgia y la oración, para hacer luz y ordenar su corazón.
En el monasterio de tu corazón la estrella se detiene, no se oculta se detiene. Abre los ojos al cielo y los oídos al son de la campana que resuena en tu claustro interior. ¿Cuántas campanas ves en la ventana de nuestro claustro? La misma cifra que nuestros Fundadores.
¡¡FELICIDADES A TODAS LAS PERSONAS VINCULADAS A ESTE BELLO CARISMA ¡!
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