Los canteiros se afanan levantando el muro que sostendrá el jardín medicinal que bordeará el taller o fábrica (según los ánimos sustantivamos nuestro proyecto así o asá) de jabones:”la jabonería”. El oficio de cantero ha estado muy vinculado al arte cisterciense, evidentemente no solo al arte cisterciense pero aquí el carisma intima directamente con la piedra, en su dimensión más simbólica.
Pero ¿qué es la piedra? Eso que está ahí; que se encuentra una y otra vez; que permanece igual siempre; que sale a nuestro paso. En su tamaño, en su dureza, en su forma y en su color, el ser humano descubre una realidad y una fuerza que pertenecen a otro mundo, distinto del mundo de sus afanes diarios. En su opacidad, la piedra es transparencia de otro mundo, de otra realidad.
Los canteros oriundos de la escuela de Claraval viven el misterio de la piedra que trabajan. Dice el medieval Ernaldo:“La casa de Dios se edificaba sobre piedra…los hermanos se entregaban a todos los trabajos. Unos cortaban madera; otros encuadraban las piedras (lapides conquadrabant); otros levantaban muros”. También la mística benedictina Hildegarda von Bingen, describe las propiedades de la piedra: humedad, palpabilidad, fuerza ígnea. Por la humedad es indisoluble; por la palpabilidad, tocable; por la fuerza ígnea en su misma entraña, se afirma en su dureza.
La piedra cisterciense es recta, cuadrada, desnuda: un programa de conversión. Hay que romper esa piedra que contiene sellada a la auténtica piedra que es Cristo. Pero es necesario, una vez rota la piedra, mejor, horadada, penetrar en la petra forata que ofrece sus oquedades; las dos de las manos y la del costado. En ese sentido, le dice Bernardo de Claraval al Abad Elredo de Rieval: «la miel sale de la roca. Los peñascos destilan aceite…y prefiero todo lo que extraes de la roca y todo lo que sientes cobijado a la sombra de los árboles, porque no lo has aprendido frecuentando las aulas”.
Toda esta simbología que sabe a tradición nutritiva nos lo cuenta Juan Mª de la Torre, monje capellán de nuestro Monasterio en su Introducción a las Obras completas de San Bernardo. B.A.C.
Vivimos rodeadas de piedras, en un misterio cuadrado…por algo Armenteira fue fundada por monjes de Claraval. Pero no todos vemos las cosas igual; un niño que vino de Madrid con sus padres nos preguntó ¿y no preferiríais vivir en una casa de ladrillo? Ups…pues no lo habíamos pensado pero la cuadrangulatura simbólica de la piedra cisterciense: simplicidad, humildad, desnudez y caridad…habría que recuperarlas, en caso de mudarnos de domicilio!
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