duda

Tenemos nuevo capellán en Armenteira. Se llama Domingo Cameselle, sacerdote y monje del Monasterio de Sobrado dos Monxes. No se puede decir de él que fuera cocinero antes que fraile pero casi. En sus muchos años embarcado como capellán de pesca aprendió muchos oficios y desarrolló muchas habilidades, como soportar las temperaturas bajo cero del mar de Terranova. Eso…tiene mucha miga. Estamos contentas de darle la bienvenida y os ofrecemos sus palabras homiléticas sobre el Evangelio de hoy (Mt 14, 22-33).

«Dios está en el fondo de todo ser humano. Lo expresaba de forma espléndida el gran teólogo suizo Balthasar: «El hombre es un ser con un misterio en su corazón que es mayor que él mismo.» Si es así, ¿por qué no lo captamos?, ¿por qué Dios se nos escapa y nos parece a veces tan lejano y desconocido? La mística francesa, Madeleine Delbrel, mujer seglar por cierto, se dirigía a Dios de esta forma tan curiosa: «Señor, si Tú estás en todas partes, ¿cómo es que yo me las arreglo para estar en otro sitio?» Dicho de otra manera, ¿por qué no se produce el encuentro?

El creyente sabe que el ser humano no se basta a sí mismo. Al mismo tiempo, siente de diversas formas el anhelo de infinito. En su corazón brota la confianza. Es otra manera de plantearse todo: en lugar de teo­rizar se pone a escuchar, en vez de caminar solo por la vida se deja acompañar por una presencia misteriosa, en vez de desesperar se abre confiadamente al amor de Dios.

Esta experiencia es personal. No se vive «de oídas» ni se conoce por procurador. No basta creer lo que otros dicen. Cada uno ha de encontrar su camino hacia Dios. El teólogo J. Martín Velasco recuerda en un estudio las palabras del per­sonaje de una novela de Wiesel: «Cada hombre tiene una plegaria que le pertenece, igual que tiene un alma que le pertenece. Del mismo modo que a un hombre le es difícil encon­trar su alma, también le es difícil encontrar su plegaria. La mayoría de la gente vive con almas y recita oraciones que no son las suyas; hoy, Michael, has encontrado tu oración.»

Muchas veces he pensado que para muchas personas que no aciertan a creer, la mejor oración tal vez sean esas palabras cargadas de since­ridad que Pedro dirige a Jesús cuando comienza a hundirse en el mar de Tiberíades: «Señor, sálvame>>.

¿Dudas por la foto de que estemos en el mes de agosto? ¡Lo estamos! Pero la niebla es nuestra magnífica compañera hoy.