Noviciado M Ángeles

 

María se fue deprisa a la montaña (Lc 1,39) y Mari Ángeles vino deprisa a Armenteira. Así nos lo cuenta:

Cuando ayer, 24 de febrero, conmemoración de María Auxiliadora, en el rito de iniciación al noviciado, Ana (la priora) me preguntó: «Querida María Ángeles ¿qué pides?» Lo que me hubiera salido espontáneo habría sido: ¡Pues si ya lo sabes tú y toda la comunidad!¡Que estoy deseando formar parte de la comunidad!, o como decimos en Pamplona: ¡tengo unas txirrintas (ganas).… ¡

Pero claro, no era muy ortodoxo, así que respiré hondo y me dispuse a compartir con las hermanas el itinerario recorrido que me hizo aterrizar en Armenteira el 18 de agosto de 2015.Hace seis meses.

Como reflejo de este itinerario escogí la lectura de la Anunciación (Lc 1, 26-40). María recibió el saludo del ángel Gabriel siendo bien joven, y lógicamente se sintió confundida; como yo me sentí cuando siendo postulante salesiana, fuimos a hacer un retiro al Monasterio Cisterciense de Santa Lucía, en Zaragoza.

María, con la certeza de «El Señor está contigo», dijo un simple “sí” y rápidamente se puso en camino de Nazaret a una aldea de Judea, donde vivía su prima Isabel -por cierto, un camino que no pudo hacer en un día, ni de una tirada, en el cual, sin duda, tuvo que experimentar miedo, inseguridad, alegría, desconcierto, y un largo etc.-; y allí, confirmada y bendecida por Isabel y habiendo compartido la alegría y la bienaventuranza, es cuando estalla en júbilo y es capaz de proclamar el Magníficat.

Yo también, en aquel entonces inicié un camino, desde aquellos días de Zaragoza hasta aquí en Armenteira. Ha sido un camino largo, a veces muy fatigoso, a veces precioso, donde he tenido encuentros significativos, alegrías, decepciones, despedidas… Un camino donde también he encontrado algún que otro oasis para descansar y reponer fuerzas. Uno de esos oasis especiales ha sido el Monasterio Cisterciense de Villamayor de los Montes (Burgos); un lugar bello, no solo por su arquitectura, sino ante todo por las personas que lo habitan y que tienen un lugar preferente en mi corazón.

Y llegué a Armenteira, y aquí me he sentido confirmada y bendecida por esta comunidad que me acoge, donde también me ha salido espontáneo cantar, como María, “Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque Dios ha hecho cosas grandes en mí” (Magníficat).

Y aquí estoy, vestida de blanco (roto), viviendo cada momento como el más importante de mi vida.

¡¡FELICIDADES MARI ÁNGELES!!