Hoy la Iglesia Católica se viste de blanco en la liturgia para celebrar la Cátedra de San Pedro. Qué mejor día también para vestirnos de blanco en comunión con todas las personas que a las 12:00 se reunieron en la calle Preciados de Madrid para manifestarse en contra de la reforma del Código Penal que criminalizaría a los manteros y a las personas que ejercen la mendicidad.
Manta vieja, usada, manta sagrada. Durante la Eucaristía de esta mañana, nadie pisó la manta que pusimos ante la mesa del altar (un top manta monástico). Era prolongación de la mesa. Lo mismo que el corporal extendido sobre el altar – ese pañito delicado sobre el que colocar el pan y el vino – era prolongación de la manta vieja. No había ruptura. La eucaristía, los pobres, nosotras con nuestras blancas cogullas.
Como los convocantes de la manifestación, nosotras, con esta manta blanca «queremos expresar que es inaceptable esta persecución a quien se ha colocado en una situación difícil en nombre de nuestra seguridad y de nuestro bienestar».
El Papa Francisco dijo:
Es un deber cristiano tratar al hermano que llega con atención, atraerlos de la mano, sin cálculos, sin miedo, con ternura y comprensión, como Jesús se inclina para lavar los pies de los apóstoles.
Y dirigiéndose a los refugiados les mostró una cara amable, sonriente, sin miedo:
Gracias por la fuerza de vuestro testimonio sufriente. Cada uno de vosotros, queridos amigos, trae consigo una historia de vida que nos habla de los dramas de guerras, conflictos, a menudo vinculados a la política internacional .
Y ahora…nos mira a nosotras, mirándose a sí mismo y se pregunta:
¿Me inclino sobre quien está en problemas, o tengo miedo de ensuciarme las manos? ¿Estoy encerrado en mí mismo, en mis cosas, o me percato de los que necesitan ayuda? ¿Me sirvo solo a mí mismo, o sé servir a los demás como Cristo, que vino a servir hasta dar su vida? ¿Miro a los ojos de los que buscan la justicia, o dirijo la mirada hacia el otro lado? ¿Acaso para no mirar a los ojos?
Y termina Manuel Rivas: «Un político británico carcamal asoció las tormentas e inundaciones con la inmigración. En España, hay goteras en la catedral de Santiago. Pero no creo que la culpa sea de los inmigrantes. El apóstol llegó en un cayuco de piedra».
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