trotaNos encontramos con Rufino y Ana a la salida de Vísperas. Iban con una escoba de palo largo y un recogedor. Parecían felices. Al contrario de lo que imaginamos, no se disponían a barrer el claustro sino a quitar todas las telas de araña de cada esquina. Se les veía concentrados aunque asomó un atisbo de preocupación en sus rostros cuando les advertimos que las arañas gallegas son más bien tarántulas. No se amilanaron. Además, nos informaron:

– Lo nuestro es el Ora et Labora y como nadie nos ha dado trabajo, nos lo hemos buscado.

– ¿De verdad? ¿Y de dónde habéis sacado la escoba, el recogedor y el cubo?

– ¡Pues de la hospedería! Es que…somos amigos de lo prohibido (risas).

En el mes de mayo aprovecharon la ocasión para visitar el Monasterio. Habían venido a Galicia desde el Puerto de Santa María a la boda de un sobrino. Y aunque se hospedaron en un hotel de mucho nivel, se dijeron: el no va más no lo hemos encontrado en el hotel de lujo, sino en el rezo de Sexta y Nona con las monjas (lo dicen con mucha sencillez y cara de niños).

Hicieron durante nueve años el Camino de Santiago y en 2006 se toparon con su primer monasterio cisterciense, el de Sobrado dos Monxes. Se dieron cuenta de que cada vez que hacían el Camino más atraídos se sentían  por los monasterios y menos por la charleta que se provoca entre los peregrinos. Buscaban otra cosa.

Ahora se autodenominan «Trotaconventos». Una buena parte de sus vacaciones la dedican a permanecer un tiempo en la hospedería de algún monasterio cisterciense y a nutrirse con lo que allí (aquí) se vive. A las 5 de la mañana ya están preparados para asistir al rezo de Vigilias y así, unidos a los monjes y monjas en la oración y el trabajo,…hasta la noche.

En su casa quieren incorporar lo vivido en los monasterios. Buscan su propio camino, un camino interior bañado por la meditación. Desean buscar a Dios, intimar con él. Contemplarlo y cantar sus alabanzas. Tal y como hacemos en el Císter.

Un Trotaconventos es alguien inquieto, un buscador, una buscadora que sabe algo, con intuición preexistente, pero desea vivirlo. Dice Yolande Durán Serrano en su maravilloso libro «Enamorada del silencio«:

Ser buscador significa ya saber que sólo este Amor nos colmará. Ser consciente, pues, es una ventaja. No hay más elección que seguir buscando este Espacio y aspirar a vivirlo simplemente, con la mayor apertura posible.

Ten confianza en ti mismo, en este ti mismo que está ahí antes que todo lo que crees ser. Percíbete de esta manera. Atrévete a percibirte así, puesto que es lo que eres realmente. El Silencio está ahí, ya lo verás, se va a revelar.

En el Puerto de Santa María, en Armenteira…en el corazón cisterciense habita un profundo Silencio. No podemos sino buscarlo.