Caqui

Ayer pasamos la tarde recogiendo caquis de los árboles. Es una actividad deliciosa para una día soleado. Los caquis tienen un aspecto japonés, con sus maravillosas hojas rojizas y unos frutos, como bayas hinchadas, que van enrojeciéndose a medida que el sol los madura. Pero la climatología de esta tierra no permite que nos confiemos. Podría llover mañana. Así que hemos preferido cogerlos antes de su maduración y guardarlos en bolsas de papel entre manzanas, que liberan etileno, y ayudan a los caquis a llegar a su sazón.

Ya nos lo dice San Benito en su Regla: «La ociosidad es enemiga del alma. Por eso los hermanos han de ocuparse en ciertos tiempos en el trabajo manual, y a ciertas horas en la lectura espiritual».

Para Joan Chittister: «La vida benedictina es una vida inmersa en lo real, y el trabajo es una parte fundamental de la misma. La función de la vida espiritual no consiste en escapar a otro mundo, sino en vivir bien en éste. La espiritualidad benedictina exige algo mucho más duro para nuestro siglo que el rigor, porque exige equilibrio».

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Ese sano equilibrio lo relata, a través de la siguiente anécdota de los primeros años del monacato cristiano, García de Colombás en su libro El Monacato Primitivo: Se cuenta de un monje que fue a visitar a la comunidad regida por el abad Silvano. El anónimo visitante llegó al monasterio y, al ver que Silvano y sus discípulos trabajaban, dijo al anciano abad: «No trabajéis por el alimento que perece, pues María ha escogido la mejor parte. Silvano hizo conducir al monje a una celda vacía y poner un libro en sus manos. Hacia la hora de nona, el extranjero se asomó por la ventana para ver si le llamaban para la refección de la comunidad, pero nadie parecía acordarse de él. Pasaron lentamente las horas. Al fin se decidió a preguntar a Silvano por qué no le habían llamado. Silvano replicó: «Porque tú eres un varón espiritual y no tienes necesidad de tal clase de alimento, mientras que nosotros, hombres carnales, queremos comer, y, por consiguiente, trabajamos. Pero tú has escogido la mejor parte; tú te dedicas a la lectura espiritual durante todo el día y no quieres tomar alimentos carnales». Silvano sacó la siguiente conclusión: «María tiene urgente necesidad de Marta, porque, gracias a Marta, María es alabada».

Caqui03El trabajo manual nos ayuda a no oxidarnos, a no envejecer antes de tiempo. Y casualidades de la vida, esas son algunas de las propiedades del caqui: su importante proporción en antioxidantes puede disminuir el riesgo de determinadas enfermedades degenerativas. Son buenas noticias….y también nosotras, al igual que el abad Silvano, sacamos nuestra propia conclusión: Hacer ejercicio subiendo por la escalera de mano para alcanzar unos caquis y después comérselos puede convertirse en una actividad doblemente saludable. Si no tienes un árbol cerca (o se trata del árbol de tu vecino!) quizás puedas sustituir ese ejercicio por un paseo a pie hasta la tienda de frutas de la esquina. Más fácil ¿verdad?