ana y leireSon palabras de Osho pero podrían ser de Evagrio Póntico, quien dijo que el monje es «aquel que estando separado de todos, está unido a todos». La soledad ¿es buena medicina solo para los monjes y monjas? Así se expresa el sabio de la India:

La soledad es tu naturaleza. Naciste solo y morirás solo. Y sin comprenderlo, sin estar completamente consciente de ello, estás viviendo solo. Confundes el sentirte solo con la soledad y esto es sólo una confusión. […] Alimenta y nutre tu soledad con todo lo que tengas, entrégale tu amor, y te sorprenderá descubrir que has eliminado esos espacios de tristeza y mal humor porque no tienes energía para ellos y ya no tienes  un sitio que les acoja.

De hecho, sólo la persona que vive en hermosa soledad es capaz de relacionarse, porque eso no constituye para ella una necesidad. […] Entonces el amor es compartir; y cuando ambas personas conocen la belleza de la soledad, el amor alcanza su punto más elevado. Y aunque eso ha sido posible solo en muy contadas ocasiones, es cuando realmente se alcanzan las estrellas del cielo.

La soledad no significa que no puedas relacionarte. Simplemente significa que tendrás que relacionarte de una forma completamente diferente, que no creará sufrimiento ni tristeza, que no creará conflicto, que no significará un esfuerzo directo o indirecto por dominar a la otra persona, por esclavizarla, porque no proviene del miedo. Es vida pura.

Hubo dos amigos que probaron el sabor de la soledad. Nelson Mandela pasó casi treinta años en la cárcel por sus protestas contra el apartheid. Su amigo Oliver Tambo tuvo que exiliarse fuera de Sudáfrica y durante todos esos años estuvieron separados. Mandela vivió una soledad impuesta, no escogida pero supo nutrir su corazón de tal modo que el vínculo de amistad se hizo todavía más fuerte y dice en su autobiografía:

Aunque habíamos permanecido separados todos los años que pasé en prisión, Oliver nunca dejó de estar en mi pensamiento. En muchos aspectos, aunque estábamos alejados, mantuve durante toda mi vida una conversación con él en el interior de mi cabeza. Tal vez por eso me sentí tan abandonado a su muerte. Me sentía el hombre más solitario del mundo. Era como si me le hubieran arrebatado en el momento justo en que habíamos vuelto a unirnos. Cuando le vi en su ataúd fue como si parte de mi hubiera muerto.

Soledad y compasión. Se nutren ambas. Isaac de Nínive nos exhorta así: «Sé amigo de cada hombre y solitario en tu pensamiento». Pero ¿Qué tiene la soledad como para que sea deseable?

El alma del solitario es semejante a una fuente de agua, según la semejanza empleada también por los antiguos padres. En efecto, cada vez que se aquieta de todos los movimientos del oído y de la vista, el solitario ve, de modo luminoso, a Dios y a sí mismo, y recoge de esta agua clara y dulce, los dulces pensamientos de la firmeza.

Sabiduría que nos nutre atravesando los siglos.