Miguel nos llamó para decirnos que había iniciado unas sesiones de «atención plena», que él ha propuesto llamar «atención descansada» con los acogidos en el Albergue de San Juan de Dios en Madrid. Todos los lunes de 18:15 a 18:45 se sientan en meditación con un lema «aparezca lo que aparezca en tu mente, obsérvalo».
Jon Kabat-Zinn, en su libro «Mindfulness en la vida cotidiana» explica qué es la atención plena. Dice que «tiene que ver con el hecho de despertar y de vivir en armonía con nosotros mismos y con el mundo. Guarda relación con examinar quienes somos y con cuestionar nuestra visión del mundo y el lugar que ocupamos en el mismo, así como con el hecho de cultivar la capacidad de apreciar la plenitud de cada momento que estamos vivos. Pero, ante todo, tiene que ver con el hecho de estar en contacto.
La meditación nos ayuda a despertar de un sueño caracterizado por el funcionamiento automático y la inconsciencia, que nos brinda la posibilidad de vivir nuestras vidas teniendo acceso a todo el espectro de nuestras posibilidades conscientes e inconscientes. Los sabios de Oriente aprendieron algo que ahora puede resultar profundamente beneficioso para Occidente. Su experiencia colectiva sugiere que al investigar interiormente nuestra propia naturaleza como seres y, especialmente la naturaleza de nuestra mente a través de la autoobservación sistemática y cuidadosa, puede que lleguemos a experimentar mayor satisfacción, armonía y sabiduría en nuestra vida.
La atención plena es, fundamentalmente un concepto sencillo. Su poder yace en el hecho de practicarla y aplicarla. Atención plena significa prestar atención de un manera determinada: de forma deliberada, en el momento presente y sin juzgar. Este tipo de atención permite desarrollar una mayor conciencia, claridad y aceptación de la realidad del momento presente. Nos despierta para que podamos darnos cuenta de que nuestras vidas solo se despliegan en momentos. Si durante la mayoría de esos momentos no estamos plenamente presentes, es posible, no solo que nos perdamos aquello que es más valioso de nuestra vida, sino también que no nos percatemos de la riqueza y la profundidad de nuestras posibilidades de crecimiento y transformación.
La atención plena nos brinda una vía sencilla pero muy potente para salir del estancamiento y recuperar el contacto con nuestra sabiduría y nuestra vitalidad. La puerta de acceso a este camino es apreciar el momento presente y cultivar una relación íntima con el mismo, a través de prestarle atención de forma continua, con delicadeza y discernimiento. Es justo lo opuesto de dar la vida por sentada».
Aunque es un concepto budista, desde antiguo los monjes cristianos retirados al desierto han dedicado su vida a la atención de sus pensamientos, sentimientos e imágenes mentales. También Jesús decía: velad y orad. La sabiduría es la misma.
Es una gran noticia saber que en el Albergue de San Juan de Dios, «los sin techo» tienen la oportunidad de ganar en serenidad, calma y sanación. Al llegar se sientan en círculo con la postura corporal adecuada: espalda recta, ojos ligeramente abiertos, sintiendo el contacto de las manos sobre las rodillas y los pies en el suelo. Procuran calmar cualquier tensión que descubran en el cuerpo, se relajan y sienten su respiración, aquí y ahora, “nos damos cuenta que respiramos”, fijan su atención en el aire que entra y sale por las fosas nasales. Los pensamientos van y vienen, el silencio permanece, si la mente se desvía de la respiración no pasa nada. Observan los pensamientos sin juzgar, al no juzgar se calman, no ponen resistencias, ni los rechazan, los dejan ir, el silencio permanece. Regresan al presente una y otra vez de manera amable y sin juicio, siempre con amabilidad, descansando en el silencio, centrados en la respiración. La práctica se inicia con tres toques espaciados de cuenco, transcurrido el tiempo establecido, Miguel da un toque de cuenco y comparten sus experiencias. La invitación se extiende a practicar en la vida diaria. A veces, al final se dan un abrazo.
Los comentarios son variopintos. En ocasiones la mirada recae en los zapatos del vecino y otras veces se logran sentimientos de paz y armonía. Lo importante es ganar más vida y más realidad para la Vida.
La atención plena te permite saborear con intensidad los momentos. Es cierto. Nosotras tuvimos la suerte de probar unas maravillosas mermeladas del Monasterio de Huerta. La riqueza de la textura y dulzura. Sondear en el paladar los distintos ingredientes…y sonreír. Pues…ya lo dijo San Bernardo: «sapor in palato, in corde est sapientia».
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