La comunidad de Jesús Caminante pasó por el monasterio haciendo el bien. No solo “pasó”, si no que “permaneció” con nosotras durante varios días, del 17 al 22 de Febrero de 2025. Esta fraternidad,  animada por el liderazgo del hermano Efraín Suazo, que ejerce  como servidor de todos, con un trato cariñoso y firme  a la vez, está compuesta por personas muy vulnerables. Igual de vulnerables que todo ser humano, pero ellos tienen su fragilidad muy presente cada día y nosotros, quizás, no tanto. Los “caminantes” son muy disponibles y obedientes, se cuidan unos a otros y siempre tienen la palabra “gracias” en su boca.

No dudo de que también tengan temporadas más turbulentas y difíciles, pero en el monasterio reinó la paz y el “bien-estar”. Nos ayudaron a las hermanas en las tareas del jardín, claustro y cocina; pudieron hacer alguna caminata por los alrededores disfrutando de la Naturaleza. Cuando comenzó a llover no les quedó más remedio que deambular por la hospedería, claustro y alguna que otra escapadita al bar. Pero las más de las horas, aquí estuvieron, en las galerías de la hospedería, respirando la quietud de estas piedras y asistiendo a la oración monástica de forma voluntaria.

La hermana Lourdes les habló de nuestra vida y escucharon con mucha atención, le hicieron preguntas y ella se quedó encantada por el encuentro. La hermana Evarista hizo unos centros de flores bien bonitos con calas y camelias de nuestra finca. Como nuestras cogullas para la Liturgia son de color blanco, podemos identificarnos las hermanas con las calas. Y ¿las camelias? Cada una con su belleza y color, floreciendo en invierno, frágiles y poco resistentes a la lluvia y al corte. Nosotras las calas, ellos/as las camelias… y todos en el mismo jarrón.