Hoy en la Abadía de  San Isidro de Dueñas (Palencia), están de doble celebración, pues es la ordenación sacerdotal de su actual superior, Dom Jose Antonio Gimeno Capín,coincidiendo con la  conmemoración de San Rafael Arnáiz (1911-1938),  joven monje del siglo pasado, que entró en este monasterio y murió a la edad de veintisiete años a causa de una diabetes sacarina. Rafael estudiaba arquitectura en Madrid, cuando decidió dejarlo todo y entrar en su amada Trapa. Su alma de artista – escritor, poeta, dibujante-, se enamoró del estilo de vida cisterciense, pero no fue un romántico del monacato, pues desde sus comienzos en el noviciado, tuvo que asimilar cierta rusticitate – él que provenía de una familia acomodada-, que relata con humor

Hoy hemos ido a atar gavillas de trigo. Hacía bastante calor, y el lugar del trabajo  se halla a un par de kilómetros del monasterio. ¡Una cosa es comer pan…, y otra andar entre los trigos en el mes de Agosto! Son tan gruesos nuestros hábitos… Con un pantalón blanco y una camisa, quizás se estaría bien…, claro que a la sombra y tomando refrescos.

Esto del “sol”, de “las doradas mieses”, del “humilde segador”, es muy bonito para que haga versos Gabriel y Galán, y leerlos luego a la tupida sombra de un chopo. ¡Caramba, caramba con las “doradas mieses”!

En fin, menos mal que todo esto del trigo y de las gavillas es una cosa muy bíblica, y es un consuelo. (Día 3 de Agosto de 1936)

No podemos por menos que acordarnos de otro joven benedictino portugués, Daniel Faria (1971-1999), que también falleció a los veintiocho años en el monasterio de Singeverga (Portugal) y que es una de las voces más profundas y bellas de la poesía portuguesa actual. Así se dibuja, él mismo – no con el pincel, sino con la escritura-, en Autorretrato del joven artista

Es un rostro apareciendo, porque es el retrato de un rostro que se esfuerza por dibujarse a semejanza de otro rostro, el rostro del Resucitado, la palabra que entregó la vida y que, abierta, es la única fuente de la vida y la vida misma. El retrato, por eso, es un rostro con los ojos, los labios, el pensamiento, todo él en busca del silencio resucitado, como Sábado Santo esperando en su corazón, en su garganta, en sus manos, cada soplo del barro, el cántico nuevo y necesariamente, pascual.

¡Felicidades Jose Antonio!