En  una soledad que no es vacío, sino presencia de Dios y plenitud…., así reza un himno que cantamos hoy en la festividad de Nuestros Padres Fundadores, Roberto, Alberico y Esteban. Ellos fueron los fundadores de nuestra Orden del Císter, y no San Bernardo, como se cree. Con este último, la Orden se expandió por toda Europa, pero fue San Esteban, quien recibió al joven y vigoroso San Bernardo, en la abadía de Císter.

Precisamente, cuando este tercer abad del Nuevo Monasterio –así se llamó al cenobio de Císter hasta 1119-, preparaba  la fundación de Pontigny (1114), redactó un documento  para aglutinar con la casa Madre , esta nueva abadía, otra que ya se había fundado –La ferté –,  y otras dos que venían pisándole los talones: las abadías de Claraval y Morimond, fundadas en 1115.

Dicho documento fundacional  es la Carta Caritatis o Carta de Caridad, que este año está de noveno centenario, pues se comenzó a escribir en 1114 y se terminó su redacción en 1119. En ella, el abad Esteban, vela por la unidad de la Orden y les dice a  las nuevas casas hijas de Císter “con qué pacto, de qué modo y con qué caridad – quo pacto, quoue modo, imno qua caritate– permanecerían indisolublemente unidos sus monjes, dispersos físicamente en las abadías de las diversas regiones”. (Prólogo, Carta de Caridad)

En la actualidad, es una bendición que dicho documento aún esté vivo entre los cistercienses del siglo XXI, y ello es posible, gracias a que su esencia es la «caridad-amistad-unanimidad», y esta forma de vida nunca morirá.

¡¡ felicidades a quienes compartimos el carisma cisterciense¡¡