prem01Los estudiantes del Prem (Plan Regional de Estudios del Monasticado) nos hemos vuelto a juntar en las frías tierras de Burgos. El Monasterio de San Pedro de Cardeña nos acoge con afecto y muchas nueces. Sí, una generosa nogalera circunda el recinto monástico y nos recuerda que estamos en otoño y que es bonito cambiar de paisaje. Los robles y los eucaliptos gallegos han dejado paso a los fresnos, chopos y nogales. Y San Ero de Armenteira, el pacífico monje que quedó embelesado por el canto de un pajarillo ha sido sustituido por el mítico Cid Campeador. Aquí, dice la tradición, dejó el Cid a su esposa doña Jimena y a sus hijas doña Elvira y doña Sol antes de salir al destierro. Y aquí se guardan sus restos. Algo se percibe en este monasterio, calmo y recio a la vez.

Esta semana hemos comenzado la inmersión formativa con los Padres de la Iglesia de los siglos III y IV, de la mano del hermano Eduardo, del Monasterio de Santa María de Huerta.

Nos ha abierto la puerta a personajes luminosos, como Gregorio de Nisa que nos introduce en el conocimiento apofático de Dios. Dice:

En esto consiste el verdadero conocimiento de lo que buscamos, en ver en el no ver, pues lo que buscamos trasciende todo conocimiento, totalmente circundado por la incomprehensibilidad como por una tiniebla.

Este camino de contemplación se recorre a través de una «atención siempre mayor y más perfecta» cuando se percibe que «la naturaleza divina es invisible».

Ahora se habla del «mindfulness» y de la meditación en silencio. Gregorio, en el siglo IV, ya los practicaba.