Mundo

El día 29 de diciembre, día de la Sagrada Familia, la hermana Lourdes atendió al canal Cope Noticias, quienes amablemente anticiparon algunas de las preguntas centrales de la entrevista, lo que  le permitió poder reflexionar con mayor densidad sobre alguna de las cuestiones planteadas. Podéis escuchar la entrevista aquí y bucear en los pensamientos de la hermana Lourdes en este texto que ella misma elaboró para poder tener una mayor definición y evitar que los nervios de estar en antena le impidieran decir lo que deseaba expresar.

¿Como se ve el mundo externo y sus situaciones desde el monasterio?

Las monjas vivimos en el mundo que Dios ha creado con todas sus criaturas animales, vegetales, minerales… un  ámbito que nos nutre y nos habla de la belleza y amor del creador para con nosotros (la humanidad). Todos somos hijos e hijas, nos ha dado la existencia. Nos ha dado un medio para vivir y poder crecer en él; el mundo es nuestra casa común. Nos sentimos agradecidas por ello y cuidamos este regalo con nuestra actividad, no solo para nuestro sustento, sino para compartir con los pobres, lo que somos y tenemos. Cuidamos, (desde nuestras posibilidades y fuerzas), su belleza, desde una conciencia ecológica y sostenible.

La tierra es un don para cada persona que vive en ella. Pero también es una responsabilidad ¿cómo vivimos en el mundo, con qué valores?, ¿con que espíritu vivimos? Y es un  compromiso, porque nuestras pequeñas decisiones y opciones contribuyen a la Paz o la guerra, a la solidaridad o al egoísmo, a la justicia o al hambre, a la verdad o al engaño, a la igualdad o a las desigualdades.

Del mundo exterior que vemos somos responsables todos. Somos una humanidad, un cuerpo, una red. Ser conscientes de lo que recibimos de la tierra, nos hace vivir con apertura y creatividad nuestras relaciones con ella y con todo lo que la habita, los seres, pero también los objetos.

La humanidad es una familia, una comunidad en la que cada miembro es necesario por pobre o pequeño que sea. Ver al otro como hermano/a nos ayudará a hacer un mundo más habitable, aunque no piense como yo. Dios nos respeta, nos ama, nos ha hecho distintos. De cada uno de nosotros (personas) depende lo que sembramos y el fruto que ha de venir.

Intentamos llevar todo el dolor y el sufrimiento del mundo a nuestro diálogo con Jesús, que ama a todos y quiere el bien de todos. Y sabemos  que la fuerza del amor transforma la realidad (mejor, nuestra percepción de ella) y nuestros corazones. No somos dioses somos criaturas de un cuerpo. Si nos encerramos en nosotros mismos, no dejaremos que fluya la energía del amor que hace nuevas  todas las cosas.