El buen vivir

La lluvia persiste, insiste. Es raro ver charcos en Galicia pues los poros del suelo filtran y filtran…hasta que topan con su límite y deciden que ya no pueden beber más; que no pueden chupar tanta agua; se les atraganta y la escupen.
En los días infinitos de cielo blanco; cuando una sola nube ha cubierto todo el horizonte, es en esos días cuando felizmente podemos calzarnos las botas de agua y jugar.
Jugar en el agua y jugar en la liturgia. Lo dijo Benedicto XVI. La liturgia despierta en nosotros la verdadera existencia como niños. Y la compara a un juego en el que somos libres de exigencias y necesidades.
Cuando cantamos la salmodia…podemos relajarnos y dejarnos llevar por su ritmo cadencioso, como las olas del mar que desatan en nosotros una calma vibrante.
Ese canto de mar, o de gotas de lluvia, nos puede hacer abrir la conciencia hacia lo universal y atemporal. También hay quien ha tomado el caudal de los salmos entre las manos y les ha puesto palabras sonoras, nuevas, fundamentales.
Miguel Ángel Mesa Bouzas, poeta y más cosas, lo ha hecho. Con mucho afecto y profundidad. Y nos ha obsequiado su libro: Salmos para otro mundo posible.
El salmo 100 adquiere un título singular: “El buen vivir felicitante” y comienza así:
Hoy, en esta nueva mañana de mi vida
deseo renovar mi confianza en todas las mujeres
y los hombres que mantienen
en alto los letreros luminosos
que anuncian la bondad y la justicia.
Mi canto de hoy es para todos ellos,
pues nos enseñan
el camino perfecto, el de darse
y mantenerse siempre agradecidos.
Gracias Miguel Ángel…y que continuemos jugando, cantando, chapoteando.
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