San Bernardo de Claraval, cuya fiesta celebramos hoy,  no admitía que se actuara por costumbre, madre de la mediocridad. Dice Jean Leclercq, un gran estudioso de su figura: “Bernardo quiere que se esté animado por un dinamismo continuamente renovado, que hace a las personas eternamente jóvenes, ágiles, evolutivas».

 Que dos

Y sigue: «La costumbre nos insensibiliza poco a poco a las llamadas estimulantes de Dios, fuente inagotable de juventud». Es cierto, nuestras muchas inercias y programaciones nos hacen desconectarnos del sentido profundo de la vida. No de la vida como un concepto filosófico sino como «eso» que está sucediendo precisamente ahora. Bernardo nos invita a respirar a pleno pulmón, a vivir con reposo y con holgura.

En el Císter estamos de fiesta. Pero aún hay más, dice él: decídete a vivir una fiesta interior con él (Cristo) ad ferias quas tibi suadeo…tomándote unas vacaciones para la reflexión ad vacandum considerationi.