abismo

Los astrofísicos nos dicen que el 95% del universo es materia y energía oscura. No se conoce su composición ni para que pueda servir. Es aún un misterio para el ser humano. Vicente Ferrer cuenta algo parecido. Durante la Guerra civil, en plena batalla del Ebro, tuvo una visión: una noche oscurísima que llenaba todo el universo y allá, a lo lejos, una pequeñísima luz. Esta visión, sin estar escrita, incluía la orden ineludible de escoger entre una de las dos.  El resultado práctico de esta imagen es que se le quedó para siempre la convicción inconmovible de que “Dios es”.

Una monja tibetana, Pema Chödron nos habla también de la oscuridad del mundo: La polución de los ríos y del aire, las guerras familiares y nacionales, los vagabundos sin hogar llenando las autopistas… son los signos tradicionales de una era de oscuridad. Otro de los signos es que las personas están envenenadas por las dudas respecto a sí mismas, y se vuelven cobardes. La agresión más grave hacia nosotros mismos, el daño más fundamental que podemos hacernos es permanecer en la ignorancia por no tener el coraje y el respeto de mirarnos a nosotros mismos honesta y delicadamente.

En contraste, en palabras del cardenal Martini, en el crucificado vemos toda la verdad del ser humano volcado sobre Dios y toda la verdad de Dios volcada sobre el ser humano. Miseria y misericordia que se abrazan. Es el punto fijo para quien quiera conocer el gran misterio.

La Pasión no es el preludio de la resurrección; es realmente un fin, la muerte de Cristo y como tal es, en sí misma, definitiva. Entre Pasión y resurrección hay un abismo y solamente después de haberlo comprendido podemos entender como el poder de Dios pasa del uno a la otra. Por Pasión entendemos todo el vasto misterio que después se convierte en Misterio Pascual. Oscuridad convertida en luz…en abyssum luminis, abismo de luz, que diría San Bernardo.

¿Y cuál es ese abismo capaz de transfigurar la oscuridad en luz? Es la rendición de la propia voluntad para Ser la voluntad del Padre. “Rendir el yo es terriblemente doloroso. Jesús sabe que ceder del todo el propio espacio le llevará a morir, porque sus adversarios no están dispuestos a renunciar a nada de lo que han conquistado, a nada de lo que han arrebatado. Sólo así podrá advenir lo nuevo. Sólo renunciando a la propia voluntad, Getsemaní puede convertirse en el jardín del Reino.” Melloni.

Y aún hay más: la renuncia implica donación. La no-posesión de sí es transformada en poder. En el mismo acto de vaciamiento, Jesús queda colmado. En el oscuro vacío brilla la luz de la eternidad.