parroquia Santiago Coruña

 

El viento del Norte nos ha traído al comenzar la primavera, a un grupo de la parroquia de Santa María y Santiago de La Coruña. Al frente su párroco, D. Andrés Vilariño, amigo entrañable de Armenteira, dos santos varones y un grupo nutrido de santas mujeres. Compartimos la liturgia, la comida y un ratito de charla sobre la oración, con una sencilla práctica meditativa.

Hay quien piensa que la oración no vale para nada y que es una pérdida de tiempo. Pero esto no es verdad. Lo que ocurre es que nuestro espíritu está poco entrenado en la oración. Cuidamos de nuestro cuerpo, comemos y dormimos porque si no nos morimos; también entrenamos muestra mente, pensando, leyendo y estudiando; y podemos contactar con nuestros sentimientos y estar más o menos atentos a los movimientos de nuestro interior. Pero no seremos personas completas y sino mantenemos en forma nuestro espíritu con la oración.

Y aquí entra en juego el silencio y la respiración. Llega un momento en que sobran las palabras y solo permaneces. Tienes la sensación -como S. Ero al escuchar el pajarito-, de que ha transcurrido poco tiempo, pero en realidad no es así porque pasamos del tiempo cronológico al tiempo del Espíritu.

Se produce la aceptación de lo que acontece, ya no hay resistencias, como en la oración de Jesús, en el evangelio de hoy, ante la inminencia de su muerte:

Ahora mi alma está profundamente agitada ¿y qué diré?; Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora Padre, glorifica tu nombre (Jn 12,20-33).

Concédete un poco de tiempo y practica lo que le escribe San Bernardo al Papa Eugenio III –antiguo monje de Claraval-,  en el tratado de la Consideración:

Sustráete de las ocupaciones al menos algún tiempo. Cualquier cosa menos permitirles que te arrastren y te lleven a donde tú no quieras ¿quieres saber dónde? A la dureza de corazón

Nos dejaron de recuerdo una pequeña reproducción de Santiago Apóstol… todos somos peregrinos que nos encaminamos a celebrar la Pascua.