La voz

El obispo de Centroáfrica, Juan José Aguirre, ha escrito un libro: «Solo soy la voz de mi pueblo«. Y dice:

Mirando mi pasado solo puedo decir con el poeta: <<Confieso que he vivido>>. Han sido muchas experiencias que se acumulan en mi memoria desde aquel 1980 que llegué a África por primera vez. Si dejo rienda suelta al disco duro de mi cerebro, me descarga las más bellas. Pero yo sé que las otras, las que escuecen, las que apestan a humanidad corrompida, a sangre derramada, a la miseria de los que no son nadie, también están ahí, formando parte del puzle de mi vida. Señor, tú me has acompañado siempre, como telón de fondo de mi vida, de esa vida que he vivido con profundidad, gastada por los demás, feliz de haberla dado…Solo te repito lo de siempre: << Aunque camine por valles oscuros, no temo, porque tú vas conmigo; la certeza de tu presencia me consuela>>.

Una de nuestras hermanas en el Monasterio le recuerda…

Antes de entrar en Armenteira yo «solo» había conocido a dos obispos. Al primero lo conocí en Taizé y llevaba un chándal verde, de esos brillantes. Quise hablar con él y me dijo: «es bueno que en las empresas haya cristianos comprometidos». Así que, con el beneplácito del obispo de Connecticut, entré a trabajar en una empresa americana en la que, paradojas de la vida, estaba terminantemente prohibido llevar ropa de chándal!!.

Al segundo lo conocí antes que al primero, en la terraza de casa de unos amigos. Todos nos pusimos alrededor suyo con nuestras orejas desplegadas como bafles de alta fidelidad. No es común tener a un obispo de Centroáfrica sentado a tu lado. Llevaba una camiseta colorada y una barba morena. Han pasado al menos 15 años desde entonces y aún recuerdo sus palabras. «Las personas somos como trenes. En África es normal que varios vagones del tren estén en llamas pero el tren tiene que seguir adelante. Nadie se para a lamentarse, no se lo pueden permitir». Recuerdo vivamente como contaba las mayores catástrofes con una enorme tranquilidad, humor, responsabilidad y ojillos verdes.

Él es la voz de su pueblo…gracias Monseñor Aguirre por seguir sonando así. Tan auténticamente humano.  Con «la certeza de su presencia»…oramos para que todos esos trenes no dejen nunca de avanzar. El rostro claro de Santiaguito parece querer decirnos que eso…es posible.