Lourdes trabajo

 

El gran exegeta y fogoso San Jerónimo le escribe en una carta al obispo San Paulino de Nola

Las Sagradas Escrituras siempre se presentan de tal manera que cualquiera que se acerque puede encontrar en ellas instrucción y en una sola frase el sabio y el ignorante descubren sentidos insospechados

Uno de esos “sentidos insospechados” es que la Palabra nos ayuda e inspira a la hora de realizar el trabajo interior de conocernos a nosotras mismas e ir descubriendo nuestra identidad auténtica, pues el contacto con nuestro mundo interior es previo e imprescindible para poder vislumbrar lo que es la contemplación, o espiritualidad, o interioridad, o resiliencia, o felicidad, o vida con sentido… Podemos seguir añadiendo expresiones lo más genuinamente humanas que queramos, expresiones que no aparecen literalmente en las Escrituras, pero que son puro evangelio.

¿Qué quiso decir Jesús con “amad a vuestros enemigos” (Lc 6,27)? Enemigos, no son las personas que nos caen mal, ni los enemigos de fuera, sino los de dentro. Emociones tan desagradables como el miedo, el odio o la tristeza, que dejándonoslas sentir y aprendiendo a manejarlas, se convierten en amigas, y así las podremos amar. ¿Y qué quiso decir más adelante con “orad por los que os injurian”? Seguimos en el mismo ámbito. No son las críticas externas, sino nuestros juicios interiores los que nos injurian, y que podemos ir transformando por un discurso orante y verdadero. Desde nuestra infancia hemos escuchado voces de infravaloración y desprecio, que ahora, de adultas nos las repetimos interiormente de forma automática: “pero qué tonta, qué lenta, qué inútil…etc” y lo tenemos más metido de lo que nos parece. Hay que practicar esa oración tan especial que consiste en sentirnos orgullosas de nosotras mismas repitiéndonos desde dentro: “soy valiosa, soy confianza, soy luz, quiero ser feliz, quiero vivir en paz,….” Y no es una ‘comedura de tarro’, sino una auténtica oración que da resultado.

 Entrar en esa oración es ya vivir el Reino de los cielos como dice San Jerónimo a su amigo

Ahora dime, hermano querido: vivir en medio de estos libros sagrados, meditarlos continuamente, no conocer ni buscar nada fuera de ellos, ¿no es ya habitar desde aquí abajo en el Reino de los cielos?