visitacion

Ayer tuvimos la gran suerte de recibir la visita de…¿visita? No, no…más real será decir que celebramos la Visitación de Tíscar y Jesús, responsables de la Comunidad de Sant’ Egidio en Madrid y de Manuela, hermana de Tíscar. Fue un encuentro vital, alegre y receptivo al flujo de inspiración del Espíritu que se mueve desde la atención a los sin techo de las calles de Madrid, pasando por los trabajos educativos a las familias gitanas del barrio de Pan Bendito hasta la oración salmodiada en la capilla de Armenteira. El Espíritu es uno y es múltiple.

Escuchar a Tíscar y a Jesús es leer el Evangelio en la vida. Solo hablan de realidades humanas de pobreza y misericordia; sin teorías, sin protocolos, sin…¿pero se puede funcionar así hoy en día? Cuando se vive desde lo profundo las «definiciones» caen. Ya no hay «perfiles de marginación» sino seres humanos reales con una historia detrás y unas necesidades específicas. Tienen un nombre propio, el que los miembros de la Comunidad pronuncian para que los pobres puedan reconocerlo y recordarlo. Signo de dignidad y humanización.

Recientemente, Desmond Tutu, Arzobispo emérito de Sudáfrica, en un llamamiento internacional al boicot de Israel, ha dejado escrito:

La paz requiere que las personas de Israel y Palestina reconozcan al ser humano que habita en ellos y en el otro y entiendan su interdependencia.

Nelson Mandela pronunció aquella célebre frase donde dijo que los sudafricanos no se sentirán libres mientras los palestinos no lo sean. Hubiera podido agregar que la liberación de Palestina liberará a Israel además.

En la Comunidad de Sant’Egidio saben mirar al pobre como a un ser humano. Reconocen la mutua interdependencia. Han interiorizado el Evangelio…»lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mi me lo hicisteis». Lo que hago por tu liberación, me libera a mi también.